Me carcomía la ira al recordar su insinuación, ¡me tomó por un puto muñeco!, a mí. ¡A César Abdala! —Alejandro puso en el escritorio un vaso con agua y mucho hielo—. Para colmo ahora era socia de uno de los tipos que chorreaba la baba por ella, ¡no me enojan!
Si...