Llegamos un poco tarde por el trancón capitalino, ver a nuestro hijo mirando a través de la reja a que llegáramos, fue algo que no pasó desapercibido para ninguno de los dos.
—Dios, a ese rostro no le puedo negar una hamburguesa.
Acaricié su mano al escucharla decir eso, le guiñé un...