Esperaba sus comentarios, suspiré.
—¿Quieres dejarla ir sola?, por lo menos yo quiero vigilarla de lejos. —respondí.
—Mi mujer caminando en esos zapatos, mostrando esas largas y perfectas piernas. —Carlos negó—. Así me toque soltarle la tarjeta de crédito al día siguiente para obtener su perdón, lo prefiero que imaginarme...