Esperaba la repuesta de mi pequeño hijo.
—Sí. —Me miró por el espejo y sus ojos brillaron, sonrió.
—Samuel, ¿no has regado nada en tu uniforme?
—¡Nooo mami!, ya me polto bien, pala que papi vuelva.
Habíamos llegado al jardín y lo dicho estrujó el pecho. Bajé y lo saqué del carro,...