Psique se aferró al vestido de Freya con sus pequeñas manitas temblorosas, sus lágrimas dibujaban un sendero brillante en su rostro.
—¡Mami, no te vayas! Ese lugar se ve oscuro y feo... No… no quiero quedarme aquí sin ti— su voz se quebró como cristal fino.
Freya cerró los ojos, para reprimir...