En las primeras horas de la madrugada, Freya sintió una incómoda inquietud. Su cuerpo empezó a sudar. En ese momento se inclinó abruptamente, abriendo los ojos de par en par.
—No puede ser —murmuró con la preocupación palpable en su voz. Su loba había liberado prematuramente el celo. Con rapidez, se...