Chapter 4 Un Negocio que Concretar

Nuna 1.7k words

POV Noah

Las balas logran pasar tan cerca de mí que siento como que quema mi piel. Corro desesperado temiendo que alguna de esas balas logre su objetivo, matarme. El desespero me hace correr a toda velocidad a pesar del dolor y el cansancio.

De la nada aparece frente a mí una puerta y entró en ella sin pensarlo. Por un segundo siento que puedo respirar. Ya no están los sonidos de las balas y puedo sentir como los pasos de los hombres que me persiguen se alejan. Respiro profundamente aliviado, ¡Voy a vivir!. Me mantengo quieto tratando de reponer las energías.

—¿Ves lo que has hecho Noah?

Una voz tétrica y escalofriante aparece, volviéndome a aterrar. Y lo escalofriante no es la voz en sí, sino de quien es la voz.

No quiero girar, porque no soy capaz de verlo.

—¡Vete! ¡Tu no eres real!

—Tienes razón… No soy real, pero soy el recordatorio de tus malas decisiones. Dime Noah… ¿Valió la pena? ¿El poder que obtuviste valen más que la vida de tu padre?

Siento como esa entidad se mueve y se para al frente de mi. No soy capaz de alzar la mirada, es por eso que agacho mi mirada y cierro los ojos.

—¡Vete! ¡Tu no eres real!

—Oh, no, mi pequeño Noah. Si soy real, soy tan real que puedes sentirme.

Y lo hago, siento como sus manos tocan mis mejillas, pero no es una sensación agradable, siento que quema mi rostro y el olor a quemado penetra mis fosas nasales. No lo puedo evitar y abro los ojos sin control para encontrarme con el rostro de mi padre parcialmente quemado y con tres perforaciones de balas en su rostro. La imagen más atroz que alguien puede aguantar.

—Mírame Noah… Estoy muerto… ¡Tú me mataste!

—¡No! ¡Yo no te mate!... ¡No!

Logro despertar de esa pesadilla totalmente exaltado. Mi respiración irregular y agitada hace que mi pecho salte. Estoy totalmente sudado, como si en verdad hubiera corrido tanto. Siento un dolor punzante de repente en el abdomen, pero sé que es psicológico. Llevo mi mano hasta la herida de bala que tengo en ese lugar que mi cerebro indica dolor.

Han pasado muchos de aquel día, y aún… Aún tengo la puta pesadilla que condena mis noches. Debería estar acostumbrado a ellas, pero no… Con cada pesadilla termino asustado como niño chiquito.

Maldito hombre desdichado que soy. Esa es mi condena por la ambición de mi alma, y lo más triste… Es que sigo igual de ambicioso, es más, yo diré que lo soy aún más.

Dejo el agua correr por mi cuerpo y así poder relajar cada uno de mis músculos. Cierro los ojos y trato de controlar mi mente y convencerme de que nada de lo que sucedió fue culpa mía, aunque la realidad es que sí lo fue… Pero ya no se puede cambiar nada.

[...]

—Adolfo Romanov, no es fácil de convencer. Es un hombre muy familiar y tradicional. El no ve el poder o las posibles ganancias que pueda obtener con otra empresa, porque él afirma que solo necesita de su empresa para generar grandes ingresos. Traté de ver el patrón que existe en cada una de las empresas con quien se asoció y creo que la única cosa en común es que hizo negocios directamente con los dueños. Nunca aceptó, tan siquiera reunirse con un gerente o representante de cualquier empresa.

Peter me da su reporte sobre el dueño y fundador de una de las industrias de minerales, oro y diamantes más grandes del mundo. Todos sabemos que ese es un negocio sucio, pero por alguna razón este hombre ha logrado mantenerse pulcro, pero no es mi asunto su vida, lo único que quiero es hacer negocios con él y ya.

¿El problema?

El puto problema es ese… Le he enviado a cinco representantes importantes y con ninguno acepta reunirse. Es por eso que me encuentro en este puto jet a punto de aterrizar en las Bahamas, porque el señor decidió venir a vacacionar por aquí. Se que está buscando hacer negocios con empresas armamentistas y yo lo necesito, así que tengo menos de cuatro días para que firme un contrato con nosotros.

—¿Qué acaso ese viejo nunca piensa dejarle el mando a su hijo? ¿Cuántos años tiene, ciento treinta?

—Tiene setenta y dos años y la razón por la que no le ha dado la empresa a su hijo, o nieto, es porque los dos son un desastre. No son para nada similares a su padre, ambos son corruptos y su vida ha sido de puros excesos, el hijo está más calmado, pero sigue siendo un tirano, el nieto no es tan tirano, aún, pero es un desastre, ya ha pasado por los juzgados tres veces.

—Eso sería mucho más fácil para nosotros, Armando es un cochino ambicioso, le damos una buena cifra y sin dudar acepta unir fuerzas con nosotros.

—Pero no lo es, así que deja de quejarte y ve pensando cómo vas a convencerlo de que el hombre trabaje con nosotros.

—¿Y quien te crees tú para darme órdenes así?

—Soy tu primo y tu conciencia de vez en cuando, así que cállate y cumple con el propósito de este viaje.

Quisiera darle cuatro cachetadas, pero no lo hago porque tiene toda la razón, así que lo dejaré vivir por hoy.

Llegamos al Resort donde se encuentra el hombre en cuestión y con unos cuantos dólares conseguimos que nos reserven la suite más próxima a la del señor Adolfo. Fue un día casi que perdido, encontrar a ese hombre no fue tan fácil, resulta que no se quedaría en un Spa, con su esposa tomando una piña colada como una persona de su edad haría, pues no, el hombre tiene tanta energía como para llevar a sus pequeños bisnietos y llevarlos en un tour completo por la isla. Y nosotros detrás de él tratando de provocar un “encuentro”.

Por fortuna el viejo no se propuso llevar a los niños a una discoteca, porque sino estaríamos todavía en esta odisea. Ya eran casi las siete de la noche cuando el viejo se resigna a almorzar en el resort y es ahí donde por fin ocurre nuestro “accidental” encuentro.

—¿Señor Romanov? —El viejo voltea apenas escucha su apellido—. ¡Si! es usted. Vaya sorpresa.

—¿Sorpresa? ¿Perseguirme todo un día en las Bahamas, se considera una sorpresa?

¡Maldito zorro viejo!

Me río con nerviosismo tratando de aparentar que no fui atrapado por él.

—No sé de qué está hablando señor. Ahorita es que lo estoy viendo.

—Sí claro, y yo me chupo el dedo. Mire señor Mayer, no luche demasiado. Le dejé claro a sus monigotes que no haría negocios con gente que solo ve los negocios como una mina de explotación. Cuando quiera hacer negocios con él alma y corazón… Quizás los dos podamos…

—¡Ahhh!

Un chillido de una mujer impide que el hombre hable. Los dos volteamos de inmediato y nos encontramos con una escena nada agradable. Una mujer en el suelo con un hombre, con apenas unas bermudas en su cuerpo, a punto de agredir a la mujer.

Podré ser considerado de todas las formas, pero a las mujeres se respeta y por encima de mi cadáver algún hombre golpeara a una dama en mi presencia. Piso fuerte y antes de que el animal logre tocarla, sostengo su puño con fuerza, ganando así su atención. Lo fulmino con la mirada y logro ganarme que me mirara despectivamente.

—¿Te sientes muy machito golpeando a una mujer?

—Tú no te metas, este no es tu asunto.

—Quizás, pero frente a mí jamás golpearas a una dama. —Le doy un empujón que lo bombea hasta casi caer, pero se sostiene—. Y si quieres golpear a alguien, ven, golpéame. —Lo invito con mis manos—. ¿Se encuentra bien, señorita?

Volteo a ver a la mujer y… ¡Vaya sorpresa!... Es la mujer chistosa. Esa morena que me ayudó a recuperar mi anillo de compromiso. Por lo visto me reconoce ya que me mira sorprendida. Que casualidad, ¿no?

—¡Cuidado!

Ella grita, pero no había necesidad. Ya podía sentir como el muy cobarde esperó a que volteara para que se atreviera a golpearme. Pero esa cucaracha no contaba con que yo sería mucho más rápido y ágil que él. Solo necesité esquivarlo y aplicarle una llave para luego partirle la nariz con un simple puñetazo.

Knock-out en menos de treinta segundos. Cae en el piso y le cuesta coordinar, en eso llega el personal de seguridad y apenas me ven se disculpan conmigo y se llevan al hombre. Por fin puedo concentrarme en la mujer graciosa y voy hacia ella para así extenderle mi mano para que pueda levantarse del piso.

—¿Estás bien? Espero haber llegado a tiempo, sería muy malo que ese animal dañe un rostro tan angelical como el tuyo.

Ella sonríe apenada y agacha su mirada, luego ve mi mano y temerosa la acepta… Pero… Un corrientazo me deja fuera de lugar. Aún así disimuló y la ayudó a ponerse de pie.

—Gracias… En verdad… tenía miedo.

—Tranquila, nada malo te pasará. Yo te cuidare. Es más, te lo debo ¿Recuerdas?

Ella sonríe dulcemente y asiente.

—Si, lo recuerdo.

—Ese día te fuiste sin poder decirme tu nombre. Mi nombre es Noah Mayer ¿Y el tuyo?

Extiendo mi mano para darnos un apretón y ella una vez más ve mi mano con duda, pero luego se arma de valor y sujetándola con delicadeza me responde.

—Mi nombre es Antonella… Antonella Guzmán.

Así que ese es su nombre. Es bonito… Pero… Porque demonios siento estas corrientes eléctricas por tan solo sostener su mano. ¿Quién es está mujer? Y ¿Por qué me hace sentir así?

Previous Next
You can use your left and right arrow keys to move to last or next episode.
  • Previous
  • Next
  • Table of contents