Samary.
Desde hacía más de diez minutos, mi prometido, no quitaba sus ojos de mí, verdaderamente me estaba poniendo nerviosa, su mirada era más oscura, más aguda e insondable que normalmente. Si normalmente, ser el centro de atención del Demonio, era síntoma de peligro, el que prácticamente ni parpadeara mirándome, te...