Con temblor en sus manos y un mal presentimiento, ella tomó la llamada.
—Madison, pide permiso para unos días. —dijo Arnaldo.
—¿Qué sucede?
—Saldremos de viaje.
—¡Qué! ¿Cuándo?
—En este momento nos vamos. Por favor, date prisa y solicita ese permiso; pasaré por ti en cinco minutos.
Demasiado confundida, Madison regresó a la oficina del...