Bruno entró a la habitación en ese momento.
—Buenos días bella durmiente.
—Hola mi príncipe de armadura plateada.
Bruno hizo una reverencia, después se acercó a ella, puso una de sus rodillas sobre el suelo, mientras tomaba su mano.
—Hermosa dama, frente a usted tiene a su humilde vasallo.
—Jajaja, ya levántate no seas payaso,...