AITANA DAVIS
Recibo una videollamada y son mis padres, me alegra y al mismo tiempo me extraña por lo que luego de saludarlos, les pregunto directamente:
–¿Qué sucede mis padres adorados?
–Manuel Eduardo, estuvo aquí –espetó mi mami Hoa–, nos pidió tu dirección para visitarte y hablar contigo.
–¿Hablar de qué?
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