Chapter 2 II

Meldie 1.1k words

Un ligero suspiro se me escapa, miro al frente por unos instantes y decido comunicarle a mi amiga que voy a ir a la entrevista de trabajo, ella manda varias caritas de alegría y otras de asco. No puedo evitar reírme por la sinceridad de mi amiga, le envió mi último mensaje para después ponerme a estudiar, quiero aprovechar mi último día de tranquilidad antes de meterme a trabajar.

Miro la hora de mi despertador y veo que ya van a dar las dos de la mañana, me levanto de mi asiento y me estiro con toda la pereza del mundo, luego guardo mis cosas y me meto a la cama, debo dormir, aunque sea un poco ya que tengo varias cosas que hacer mañana.

La alarma suena de forma estruendosa, mi mano busca el despertador sin éxito, un gruñido de enojo se me escapa y vuelvo a buscar de forma torpe el despertador, pero al no usar los ojos, el endiablado reloj se cae al suelo.

Un bufido de enojado se me escapa y ahora si decido separar la cara de mi almohada, busco en el suelo el despertador y veo el reloj, lo tomo torpemente entre mis manos para por fin apagarlo, cuando el silencio se apodera de mi cuarto, un suspiro de alivio se me escapa. Decido no darle más vueltas al asunto y me resigno a levantarme de mi cama, menos mal que hoy simplemente voy a la entrevista de trabajo.

Estando arreglada, tomo mi bolso, reviso que tengo mis cosas y después salgo de mi casa a paso apresurado, no quiero tener que llegar tarde, en especial por el horrible tráfico que va a hacer mientras llego, mientras camino a la estación de camiones, le mando un mensaje a mi mamá, avisándole que me he ido temprano a una entrevista de trabajo y que no se preocupe.

Al ser tan temprano, el autobús está casi vacío y tengo el enorme privilegio de tomar lugar, de los nervios, reviso mi teléfono y me pongo a jugar una novela interactiva; me encantan este tipo de juegos, que me dejan elegir mi ruta con el hombre que más me gusta, es muy entretenido. Mientras juego, recibo un mensaje de mi amiga, preguntándome si me he levantado para ir a la entrevista.

Platicar con ella me relaja más que jugar, ella me dice que va a pasar a verme a las oficinas y que de ahí me va a invitar a comer algo; me siento aliviada de que ella se ha ofrecido a invitarme algo de comer, que salí tan rápido de mi casa que no me dio tiempo de comer nada.

El autobús se ha detenido de forma un tanto brusca en la parada, miro a mi alrededor y noto que va a ser bastante difícil salir de aquí, pero si no me bajo ahora, voy a tener que caminar cinco cuadras y no quiero eso.... son demasiado grandes. Me levanto de mi asiento con mucha dificultad y empiezo a abrirme paso entre la multitud, en algunas ocasiones tengo que dar algunos codazos, creo que incluso, alguien me ha tocado el trasero, pero es difícil saber si lo hicieron a propósito o si fue un accidente, en cualquier caso, he logrado bajar de ese infernal lugar.

Un suspiro de alivio se me escapa, antes de empezar a caminar o quizás correr como una desquiciada, decido mirar la hora de mi reloj de muñeca, siento que mi alma casi abandona mi cuerpo al ver que estoy a nada de perder la entrevista, así que me pongo a correr a toda prisa; ¡Justo cuando necesito llegar a tiempo, el trafico esta terrible desde temprano!

Escucho como mis tacones golpean contra el pavimento con fuerza, mi respiración se empieza a agitar poco a poco y mis fosas nasales me duelen por respirar el aire frío de la mañana, en mi carrera por llegar a las oficinas, a veces choco con la gente, en muchas ocasiones no alcanzo a disculparme.

A lo lejos distingo las oficinas y empiezo a relajar el paso, mientras camino, me acomodo la ropa, de mi pequeño bolso saco un mini espejo y reviso mi cabello, que se ha alborotado un poco, lo arreglo lo mejor que puedo para después volver a guardar mi espejito. Tomo una gran bocanada de aire y la dejo salir suavemente, me duelen horrible las piernas y los pies.

Entro al edificio y voy directo a recepción, la chica que está detrás de un enorme escritorio posa sus ojos cafés sobre mí en el momento en que he cruzado la puerta de cristal. Ahora tengo los nervios a flor de piel y mi corazón martillea con fuerza contra mi pecho.

Me doy ánimos a mí misma mientras llego hacia la joven, que me dedica una pequeña sonrisa amable, para mí, quizás, buena suerte, le llega una llamada y enseguida la atiende. Estando frente al escritorio, trato de aclarar mi mente y formulo lo mejor que puedo lo que le voy a decir.

Cuelga su llamada, se acomoda en su asiento y me mira amablemente, le regreso la sonrisa y recargo un poco mi cuerpo sobre la recepción, ya que está un poco alto. A mi nariz llega un delicioso aroma dulzón, seguramente debe ser su perfume, huele bastante bien.

—¿En qué puedo ayudarle?

—Si...Ehh... — Me quedo petrificada y he empezado a tartamudear, que ridículo. —Vera... vine por el trabajo de limpieza.

La chica abre los ojos de par en par y se levanta de un salto de su asiento, la sonrisa que me dedica ahora, es mucho más sincera que la de hace unos instantes. Se acerca un poco más al escritorio, pareciera que me quiere murmurar algo.

—¿Eres la hija de Eugenia?

—No, mi amiga me dijo sobre el trabajo y por eso he venido.

Ríe entre dientes y niega suavemente con la cabeza, incluso su forma de reír es tan dulce, pareciera que es la chica ideal, la que cualquier hombre mataría por tener a su lado. Hace para atrás su larga cabellera dorada y me pide que la siga.

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