Emiliano miró al resto del salón en espera a que se dijera algo, pero hasta sus hermanos estaban callados. El abogado bajó la mirada a la documentación y negó hacia Emiliano.
—Imposible acceder a eso, Emiliano. —él arrugó su ceño.
— ¿No puedo trabajar la hacienda desde Manhattan? —preguntó incrédulo.
—El punto aquí...