Ciudad de México
Emiliano y Alicia miraban a doña María al mismo tiempo, al parecer, la matriarca, estaba molesta por lo que acababa de escuchar.
—Parecen unos niños mocosos, solo falta que se lancen al lodo y a agarrarse de las greñas. Son dos adultos, por Dios santo. —miró a Alicia. —Quítate...