Chapter 3 ESTO ES LO QUE HAY

KkellyG 2.4k words

Tres años después, en el presente.

EMMILY

El despertador suena como todas las mañanas a las 6:30 a. m., por lo que tengo una rutina que cumplo cada dia al pie de la letra; me levanto, voy al baño, me aseo, me visto de manera adecuada y salgo a mi carrera diaria; soy algo así como una esposa trofeo, lo que quiere decir que solo sirvo para que me luzcan para la foto de portada; significa que debo guardar las apariencias y lucir hermosa siempre, perfectamente arreglada, modales impecables y no puede faltar la sonrisa radiante donde el mundo entero pueda ver de primera mano cómo es la feliz vida de una esposa muy consentida y amada por su marido, aunque sea solo para guardar las apariencias (que a mi marido al parecer le importan mucho), porque él como uno de los empresarios más jóvenes y exitosos del país no puede permitir que nadie ponga en tela de juicio su buen nombre; es por eso que cuida tanto de ello y finge ser un esposo abnegado por ende jamás se deja ver en público con alguna de sus amantes de turno, solo conmigo.

La gente que nos rodea, cree que somos la pareja perfecta, pero la realidad es otra historia; vivo en una casa fría y lúgubre, donde hasta el personal del servicio me odia. Siempre estoy sola y no tengo amigos verdaderos con quienes pasar el rato, o para simplemente hablar o escapar de mi realidad por un momento.

Mi rutina consiste en hacer un poco de ejercicio matutino, luego debo asearme y estar lista porque sin excusa debo sentarme a desayunar a las 8:00 a. m., todos los días sin falta debo llegar a tiempo para mi tortura reglamentaria. El comedor es tan grande que puede albergar unas veinte personas y a pesar de que me siento en el todos los días como se me ha ordenado por su majestad el cabron mas insoportable de la historia, la verdad es que estoy yo sola la mayor parte del tiempo, por no decir que siempre.

Es mejor así, porque tener la desdicha de compartir la mesa con mi esposo es peor que sentir un hierro caliente en mi espalda. Él me odia, y en los casi cuatro años que llevamos casados, solo me dirige la palabra para vomitar odio hacia mí y decir cosas como:

—A ver si empiezas a comer, estás tan flaca que la gente va a pensar que te mato de hambre. —Pensarías que se interesa en mi bienestar si no terminara diciéndome cosas horribles como: —. No es que me importe nada de lo que pase contigo, solo me preocupa que te mueras mientras no estoy, podrías traumatizar al personal de servicio porque a nadie le importas y tardarían días en encontrar tu cuerpo putrefacto y luego quien sabe cuanto mas en sacar la peste de mi casa.

Como ven, sí, obviamente le importo mucho.

Se que diran que pobre de mí, que ¿por qué me lo aguanto? Y la verdad es que ni yo lo sé ya, pero estas alturas, sus palabras no me afectan, por lo general lo ignoro o aprovecho para pincharlo haciéndole un poco de burla, porque sé que eso lo saca de quicio:

—Tendrías la primera plana en el periódico ese que tanto disfrutas. —Me río de la forma menos decorosa posible y continuo—. ¡Esposa de millonario es encontrada en descomposición en su propia casa! ¿Dónde estaba el marido? —De verdad que me gusta molestarlo con estas cosas, sé cuánto le importa su reputación y hace mucho que me importa muy poco si le agrado o no así que ¿por qué no amargarlo más?—. Dirán: estaba tirándose a su leal secretaria y amante de turno en Bali, las dos al tiempo.

Me mira de reojo y solo dice:

—Ja, ja, muy graciosa, para que quede claro; uno, no es mi secretaria, es mi asistente personal. —Levanta la ceja como retándome a que diga algo, lo que no hago y continua—: Dos, no fuimos a Bali, estábamos en México y a mis mujeres no les gusta compartir.

Le gusta estregarme en la cara, cada vez que tiene oportunidad, el hecho de que constantemente se lleva a su «asistente personal» a sus «viajes de negocios», porque piensa que me importa una mierda que sea un cabrón promiscuo sin una pizca de vergüenza o consideración que se tira todo lo que se mueve. «Sí te importa», susurra en mi oído la voz torturadora en mi cabeza; la callo de inmediato haciéndole mala cara. Sé que parezco una amargada, pero ¿quién no lo estaría con la vida que llevo?

En fin, así comienzan mis mañanas, pero no todo es malo, Bennett cree que ocupo mi tiempo haciendo nada, que soy un lastre perezoso que habita en su hogar y que, tal vez, tengo mil y un amantes al igual que él, que se acuesta con cualquier cosa que tenga piernas y orificio vaginal, a excepción de mí, que soy un cero a la izquierda al que ni siquiera le da un segundo vistazo; tampoco es que me apetezca, por su culpa odio el sexo, es horrible. Después de mi única experiencia con Bennett esa noche en su despacho, decidí que el sexo no era lo mío, ¡fue una experiencia sumamente desagradable! Estuve dolorida por días porque él no fue amable conmigo a propósito, queria que lo odiara y lo logró asi que gracia a eso, no tengo un recuerdo que atesorar de mi primera vez, así que no, el sexo definitivamente no me gusta. Tal vez algún día cuando pueda salir de este matrimonio y encuentre a alguien que finalmente me ame y que me ayude a sanar todas mis heridas, tal vez, solo tal vez en ese momento pueda volver a intentarlo de nuevo.«¿a quién quieres engañar?» me dice de nuevo la retorcida voz de mi cabeza «sabes que no hay nadie más que él cabrón hijo de puta para ti» la odio porque tiene razón, porque a pesar de todo lo que he sufrido por mi bastardo infeliz esposo, no siento que pueda volver a amar a nadie más que no sea el, me rompió el corazón de tal manera que siento que ya no puedo volver amar a nadie, ni siquiera a él.

Sobrellevaba mi vida buscando algo que me hiciera feliz en medio de esta pesadilla y hace un tiempo lo encontré; lo que Bennett no sabe es que en realidad no soy una vaga sin oficio ni beneficio, permanezco ocupada en un proyecto que se me ocurrió hace un tiempo. Como no terminé la universidad, no sabía hacer absolutamente nada y no podía trabajar. ¡Ben jamás me permitiría trabajar! Eso dañaría la imagen que le da al mundo de nuestra relación retorcida de la casita perfecta. Por eso, una tarde en la que caminaba sin rumbo por el centro de la ciudad , vi un pequeño local que me dio una gran idea, era perfecto para ser convertido en un lugar de paz en medio del caos, un sitio tranquilo donde tomar café o tal vez comer algo rápido antes o después del trabajo.

¿Qué sabía yo de manejar un negocio? Pero aun así la idea se arraigó en mi interior, y mucho menos sabía cómo cocinar cualquier cosa que fuera apetecible para el consumo humano, pero estaba dispuesta a aprender, así que a espaldas de mi marido me inscribí en una escuela de cocina y resulta que ¡se me da muy bien! No sabía que podía ser tan buena en ello, porque nunca en mi vida tuve la necesidad de cocinar o de hacer absolutamente nada para el caso; siempre hubo quien lo hiciera todo por mí. Así que en el afán de ocupar mi tiempo en algo productivo fue que descubrí mi verdadera pasión, y desde entonces, hace más de un año ya, cada día —de lunes a viernes— estudio religiosamente seis horas, y pronto voy a tener mi certificado y podré empezar a ganar mi propio dinero ¡en mi propio negocio! y el cabrón sensual de mi marido, no tiene ni la más remota idea de lo que en verdad estoy haciendo.

James Bolton es un joven abogado de la empresa de mi padre, la misma que ahora maneja Bennett, quien gracias al poder que le di, se ha ido apoderando de casi todo el patrimonio de mi familia a tal nivel, que es el presidente de nuestra empresa, un sitio en el que ahora prácticamente no tenemos voz ni voto.

James sabe de mi proyecto, porque nos conocemos de toda la vida y confío en él; además me ayudó a conseguir el préstamo para la compra del local y hacer los arreglos respectivos para poder abrir al público, cosa que espero hacer en pocas semanas. Estoy tan emocionada, pero todo ha sido un secreto, porque si Bennett se entera, es capaz de querer quitarme esto también solo para hacerme sufrir; aunque más temprano que tarde se dará cuenta, el no es tonto y tuve que usar el nombre de mi padre y su respaldo para conseguir el dinero que necesitaba.

No paso mucho tiempo en casa debido a que tengo que terminar mi carrera como cocinera profesional y debo terminar las reformas del local que compré y en las que trabajo activamente para que quede exactamente como quiero.

Hoy llegué a casa a las nueve de la noche, y aunque a nadie parece importarle mi existencia, me preocupa que Bennett sospeche lo que estoy haciendo y termine por destruirlo también. Me preocupo también porque mi carcelera, Janeth, el ama de llaves de la casa y quien fue la encargada de una parte de la crianza de Bennett, es sus ojos y oídos y le cuenta todo lo que sucede conmigo. Además, me odia por añadidura por causa de lo que le hice a su niño querido. Le informa todos y cada uno de mis movimientos porque es una vieja chismosa y metiche. Así que al llegar me escabullo lo mas rápido posible sin que nadie se de cuenta a mi habitación, que es mi lugar de paz y tranquilidad en este infierno. Queda alejada del lugar de Bennett, así que es un espacio seguro donde él nunca viene ni por equivocación.

Trabajo un rato en mi computadora portátil porque estoy creando un menú delicioso y llamativo con increíbles bebidas para mi restaurante. Lo que me lleva a mi siguiente dolor de cabeza, ya que debo empezar a hacer las pruebas del producto que quiero vender y como no tengo otro lugar debo hacerlo en la cocina de esta casa porque la del restaurante aún está en plenas reparaciones y no funciona así que debo empezar mañana mismo para tener todo listo en la apertura. Sé que esto desatará la Tercera Guerra Mundial con Janeth por invadir su espacio sagrado, pero me importa una mierda lo que diga, esta es mi puta casa y a partir de mañana voy a reclamar mis derechos. No llegué aquí de una buena manera, pero le guste a quien le guste yo soy el gobierno, ¡soy la señora de esta casa! Hago lo que me place en mi casa y no le pido permiso a nadie para nada, basta de ser una víctima. Llegó el momento de tomar las riendas de mi vida, y he decidido que mañana será el día.

Decirlo es más fácil que hacerlo.

Fui al mercado luego de mi carrera matutina, llegué a casa rápidamente y dejé los ingredientes en el refrigerador, me bañé y me vestí con ropa cómoda y me preparé para invadir la cocina. Me encanta el concepto abierto, los mesones de granito negro y los electrodomésticos de acero inoxidable. Me siento en el paraíso de un cocinero, comienzo a juntar lo que traje del mercado y tarareo feliz hasta que escuchó un carraspeo molesto detrás de mí.

—¿Puedo ayudarla en algo señora Blackstone?

Es Janeth.

Debo admitir que esta mujer me da un poco de miedo, siempre es tan estirada, amargada y propia que me causa escalofríos. Me volteo y le doy mi sonrisa más falsa y le contesto con un tono falsamente dulce:

—A partir de hoy voy a empezar a cocinar mi propia comida —le anunció sin quitar de mi cara mi falsa sonrisa, aparentando una falsa tranquilidad. Se sorprende un poco y empieza a objetar.

—No estoy segura de que a… —la interrumpo levantando la mano y no la dejo terminar la oración adelantandome a lo que se que va a decirme.

—Lo que Bennett piense me tiene muy sin cuidado. —A pesar de mostrarle mucha seguridad, por dentro estoy temblando, pero no se lo demuestro, así que continúo—. Le recuerdo, Janeth, que esta es Mi casa (hago énfasis en el mi) y no tengo por qué pedir permiso para hacer lo que se me dé la gana en mi cocina.

Creo que nunca pensó que llegaría el día en el que yo decidiría dejar de hacerme la víctima y empezaría a vivir mi vida sin dejar que los demás la vivan por mí, algo que tal vez permití por miedo o por mi estúpida culpa. Me mira entrecerrando los ojos mientras yo la miro sosteniendole la mirada, así que se da por vencida al verme tan resuelta y sale de la cocina haciendo un mohín de irritación, me río triunfante y hago un baile mental antes de ponerme manos a la obra y empezar a hacer realidad el proyecto que tanto anhelo.

Me di cuenta de que mi vida es lo que es y debo dedicarme a vivirla y a buscar la manera de ser feliz, aunque Bennett no me lo quiera permitir. Decidí que no voy a darle gusto. Voy a luchar y salir adelante, porque mi meta es en un futuro no muy lejano alejarme de él para siempre.

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