Esa mañana era gris, completamente gris. El llanto silencioso de Adalet y Dante se escuchaba casi imperceptible. Los fuertes brazos de Bastián los protegían a ambos, y el más pequeño había llorado hasta quedarse dormido.
Las nubes que se apreciaban por fuera del avión eran totalmente grises, nubes oscuras que presagiaban...