—Esto tiene que ser una broma —susurra Ragnar con su cara aún metida entre las piernas de su compañera. Katrina no puede evitar reír—. ¿No podemos estar tranquilos ni en nuestra habitación?
—Hola, buenos días —La voz de Rubí desde la puerta hace resoplar a Ragnar.
—Estamos terminando de vestirnos, hermana...