NARRADOR
En una celda solitaria alumbrada solamente con un foco, sentada en la cama abrazándose a sí mismo, estaba toda temblorosa sintiéndose con escalofrío y con fiebre. Adrede el Don había dejado pasar tres horas. La herida se había infectado ya, la sangre, aunque muy lentamente seguía supurando.
Cuando terminó de arreglar...