Colisiono con un cuerpo en movimiento, me doy tan duro en la frente que me desestabilizo y caigo. Mierda, ya no sé caminar, lo que faltaba. Suelto un quejido antes de sentir el golpe.
―¡Disculpa! ―exclama una voz cálida al tiempo que unos brazos fuertes me sostienen―. No te vi ¿estás...