Sus ojos se abren como platos, cuando sus manos se mueven hacia el costado de su cuerpo afinco un poco más el cuchillo sobre su garganta, la piel se abre con el filo y el suelta un quejido que me suena a gloria.
— Yo que tu ni lo intento…—...
Sus ojos se abren como platos, cuando sus manos se mueven hacia el costado de su cuerpo afinco un poco más el cuchillo sobre su garganta, la piel se abre con el filo y el suelta un quejido que me suena a gloria.
— Yo que tu ni lo intento…—...