— Bien, si así son las cosas — suspira con resignación el general poniéndose nuevamente en pie — Corvin — llama al teniente que no necesita que le digan nada más para entender lo que desea su padre.
Se encamina hacia el chico y lo toma del antebrazo ayudándolo a ponerse en pie, cuando el chico lo hace, el teniente con un rápido movimiento estrella su torso y su cabeza contra la mesa, haciendo que el chico suelte un gemido de dolor.
— No soy un hombre paciente — escupe el general acercándose al rostro del científico — quiero respuestas — toma el arma y apunta al primer científico que hablo en la sala, este se tensa y sus ojos se abren como platos — ¿Dónde está el Dr. y la Dra. Stevens? — pregunta una vez más, el chico no responde, permanece en silencio, haciendo que el general afiance su agarre en el arma.
Con un gesto de su cabeza hacia el teniente Corvin, le indica que haga mayor presión sobre el cuerpo del chico que se queja pero no habla, el general pone sus ojos en blanco y bufa con ira.
— Para ser personas tan inteligentes en serio son brutas — y sin más desciende un poco más el arma y le dispara en la pierna al científico que hablo.
En cuanto el disparo resuena en la estancia un grito de conmoción se escapa de todos los presentes y evidentemente un grito de dolor del científico que cae al piso, retorciéndose y quejándose por el dolor.
— Segunda oportunidad muchachito — escupe el general — ¿Dónde están? — El chico se niega hablar — de acuerdo — sin decir nada más camina hasta el lugar donde está el científico y lo apunta a la cabeza, se gira para ver al teniente Corvin y luego al chico que este sostiene con fuerza — te lo advertí no soy muy paciente — el general acciona el arma por tercera vez en la mañana.
El cadáver del científico yace en el suelo inundándolo de sangre, todos los presentes están mirando al general con autentico terror, pero aun así el chico no parece ceder, el general se acerca a él y suspira.
— Supongo que este idiota no te agradaba lo suficiente, pero ¿qué me dices de ella? — Dice señalando a una chica que esta encogida sobre un sofá llorando en silencio — ella parece el tipo de chicas que te agradaría — y sin más acciona nuevamente el arma, la chica cae sin vida en el sofá.
Lo que ocurre después es un completo caos, los pocos científicos que quedan en la sala gritan y se mueven con rapidez hacia la puerta donde los soldados los apuntan con sus armas largas.
— Mitch por favor, si sabes algo dilo — le suplica otro de los científicos, pero el chico solo cierra sus ojos y nuevamente un disparo suena en la sala.
— Vamos muchacho puedo hacer esto todo el día, pero no durarán tus compañeros así que comienza a hablar — el general amenaza al chico que permanece con la boca cerrada — bueno esto iba a pasar de todas formas — después de un tenso una serie de disparos se escuchan seguido de gritos de desesperación.
Luego el silencio que se extiende en la habitación es tenso y tirante, el joven científico llora en silencio consciente que sus compañeros acaba de ser asesinados a sangre fría por su culpa, pero también es consciente que era el destino que les esperaba a todos. El Dr. Stevens le advirtió sobre ello, de alguna forma sabía que una vez entregados los experimentos ellos serían asesinados o enviados a laboratorios secretos de los cuales no podrían salir.
El gobierno americano era uno de los gobiernos más poderosos del mundo pero también era uno de los que más sucio jugaban, de los que más misterios guardaban y de los que eran más capaces de herir con tal de lograr sus objetivos.
El joven científico fue levantado con brusquedad de la silla por el teniente Corvin, lo guio por la estancia hasta la puerta, vio con terror los cadáveres de sus compañeros en el suelo, no sabía lo que le esperaba pero tenía cierta idea y estaba seguro que fuera lo que fuera seria mucho peor que la muerte, pero si al final del día ese sería su destino al menos les daría a los Stevens suficiente tiempo para que se alejaran lo suficiente.
Sam.
Tres meses después del secuestro de Chloe en México, por Dark.
Ubicación: Quántico, Virginia, cede principal del FBI
Me paseo por mi oficina como cada jodida mañana pensando en ella, en cómo estará, si estará bien o si aún seguirá con vida. Suspiro frustrado porque desde ese condenado día no he vuelto a dormir bien, no sabiendo que la mujer que amo ha sido capturada por la organización criminal más peligrosa del mundo, no sabiendo que su líder es un hombre despreciable y su mano derecha un maldito psicópata que jugo con ella mientras hacia su papel de encubierta.
Los golpes en la puerta me anuncian la llegada de uno de los agentes, como cada lunes se me entrega un informe con los avances de la investigación, aunque para la agencia el paradero de Chloe fue un plan ejecutado por el cartel mexicano a mí nadie me quita de la cabeza que Dark y Claus están detrás de todo esto. Misteriosamente mis superiores pasaron la investigación a otro lado basándose en que tengo asuntos más importantes de los cuales hacerme cargo. Una maldita célula terrorista nacional.
— Adelante — el joven detective entra con un folder en la mano y lo deja sobre el escritorio.
— Es todo cuanto pude conseguir señor — asiento y él se retira sin decir nada más.
Desde que estoy en el FBI me he hecho con ciertos contactos y me he cobrado varios favores, aunque se me acaban las opciones, tomo el informe con la esperanza que esta vez haya mucha más información que en el de la semana pasada, pero para mí desgracia es más de los mismo. Dejo el puto folder sobre el escritorio y camino hasta mi sillón me dejo caer y tomo el teléfono, no quería llegar a esto pero me veo en la obligación de hacerlo.
Le prometí que estaría bien cuando escapo de esa jodida mansión no puedo simplemente quedarme de brazos cruzados. Después de algunos segundos el tono de voz que me responde del otro lado de la línea me tensa el cuerpo.
— Williams — respiro profundo