EDER SHANE NARRA:
— Señor...
— El hombre frente a mí, de casi 2 metros de altura y unos 200 kilos, estaba nervioso y ocultando la mirada como un crío.
— Habla ahora mismo, Leo.
Era el chófer que le había asignado a Verónica, pidió verme en mi oficina y pensé...