Ximena, llena de incredulidad por su propio acto, no lamentaba haber tomado el coraje necesario. Después de golpear a Aurora, escapó rápidamente de la casa con Anastasia en brazos. La niña, ubicada en el asiento del copiloto, lloraba desconsolada, presa del miedo que la embargaba.
A pesar de la incertidumbre, Ximena...