Regresé a mi oficina, y Gilberto me entregó un ramo de flores.
—Felicidades, Lici, por tu primera clase exitosa—, dijo con una sonrisa.
—Gracias, Berto—, respondí, contenta mientras aceptaba las flores.
Hoy fue mi primera clase oficial. Gracias a la ayuda de Gilberto, todo salió a la perfección.
—¿Deberíamos celebrarlo?—, sugirió Gilberto.
—Te invito a...