LIAM
Las palabras de Daniela atraviesan mi pecho como si fueran balas y... duele.
«¡Carajo! Duele como el infierno».
Doy un paso hacia ella, pero retrocede abrazándose a su cuerpo; me acerco sin importar su resistencia y tomo su rostro, elevándolo hacia mí.
Las lágrimas que resbalan por sus mejillas me lastiman aún más...