—¿Dónde la dejaste? —le preguntó Daniel.
—¿Qué cosa?
—La vergüenza…
—Ah, sí… La perdí por ahí cuando Susan me dijo que se llevaría a los niños porque tú se lo pediste… ¿Cuándo lo encontraste?
—¿Qué cosa?
—El descaro.
—El día que te conocí…
Daniel se apoyó en el escritorio, con unas ganas de tocarla que lo quemaban....