Capítulo 1

WenXia 520 words

En el aniversario de nuestra boda, Francisco Camerino regresó a casa con Osuna.

La mujer en sus brazos estaba cubierta de barro, pero a él, que suele ser el tipo más limpio del mundo, no le importó.

“Francisco, hay mucha gente mirando, puedo caminar sola, no hace falta que me cargues.” Osuna dijo con un tono coqueto, pero sus ojos estaban fijos en mí.

Era una provocación de vencedora.

“Está lloviendo mucho afuera, quédate aquí.” Francisco dijo con un tono innegociable, luego se volvió hacia mí, “Dolores, no te molestará, ¿verdad?”

Él sabía que no lo rechazaría, igual que durante este año de matrimonio, cada vez que le he permitido todo.

Apreté el papel en mi mano. Era el acuerdo de divorcio, pero él se negaba a firmar.

Osuna torció el tobillo, y él no pudo soportar dejarla en el suelo, así que la cargó hasta el dormitorio, como aquella noche de nuestra boda.

Más tarde, se escucharon los dulces gemidos de Osuna, y los ruidos de placer sin reservas lastimaban mis oídos.

Tenía un poco de fiebre, y en mi somnolencia, soñé con un invierno de muchos años atrás.

En aquel entonces, mi familia aún no había quebrado; yo era una caprichosa adolescente en un tarro de miel.

Me enfermé y, aún así, insistía en ver la nieve, pero mi madre me había encerrado en casa.

Afortunadamente, había muchas personas que me querían, y esos chicos se reunían alrededor de mí, brindando en un festín de placeres.

Pero yo seguía pensando en la nieve y no estaba contenta.

Ellos me consolaban con dulzura.

Pero yo no tenía ganas de darles una sonrisa.

En ese tiempo tenía una actitud altiva; incluso enojada y con mala cara, seguía siendo atractiva, y ellos no se cansaban de acercarse, con sonrisas orgullosas en sus rostros.

No pude evitarlo, fruncí el ceño y dejé de hablar.

Desvié la vista y, de repente, vi cómo el gran ventanal se llenaba de nieve blanca.

Desde un techo de varios metros de altura, Francisco, en su juventud, sacó su rostro y de una bolsa de yute sacó bolas de nieve, las rompió y las esparció en el aire.

Había ido durante la noche a la montaña a recoger nieve, vestido ligero, con las orejas y los dedos congelados y enrojecidos.

Me miró sonriendo: “Lola, ¿estás un poco más feliz ahora?”

Lo regañé por haberse congelado, pero él no se preocupaba.

“Lola, si eso te hace feliz, no me importa morirme de frío en la montaña.”

Sentí un nudo en el corazón y tomé su mano suavemente.

La mano de Francisco parecía electrizada, temblando ligeramente.

Desperté lentamente del sueño y descubrí que Francisco estaba sentado al borde de la cama.

Aún inmersa en el sueño, lo llamé suavemente: “Francisco, vamos a ver la nieve.”

Francisco me miró en silencio durante mucho tiempo, luego dijo:

“Dolores, ¿por qué eres tan tacaña?”

Previous Next
You can use your left and right arrow keys to move to last or next episode.
  • Next
  • Table of contents