No pasó mucho tiempo antes de que Francisco regresara con un tazón de fideos.
Lo colocó frente a mí sin mostrar ninguna expresión en su rostro.
Me incliné para observar, y lo único que vi fueron los fideos en un caldo aguado, sin mucho atractivo.
“Parece tan malo...” murmuré en voz baja.
Francisco frunció...