“¿Dónde está mi jade?” le pregunté, “la que me dejó mi madre.”
Esas palabras parecieron romper todas sus defensas, y luego un prolongado silencio.
“Está en casa, cuando te mejores, volveremos a buscarla...” dijo.
“No, la quiero ahora mismo.” grité.
Él se quedó atónito.
Hacía tiempo que no mostraba una actitud tan caprichosa.
Durante todos estos...