Una vez allí, lancé mi cuerpo sobre la cama. Estaba aterrada y quería correr, pero los hechos ya estaban ocurriendo.
Pronto conocería a Tyron y finalmente aquel acuerdo se cerraría. Me aferraba a que todo aquello que Tyron había ofrecido fuese cierto, pero principalmente pedía por mi salud en esos momentos.
Estaba arriesgando absolutamente todo, por algo que probablemente daría frutos muy a la larga. Era el precio que debía pagar por cumplir un tonto sueño.
Ahora finalmente estaba allí en Estados Unidos, pero estaba presa en cuatro paredes de un hotel, llena de miedos.
No hice más que seguir el plan de Tyron, me di una larga ducha que calmaría mi cuerpo, me alistaría para finalmente conocerle y arreglaría lo que sería mi habitación por los próximos días.
Pasadas las horas, mi puerta era tocada por primera vez, fue entonces cuando los miedos regresaron y no quería más que huir.
Arreglé mi vestido, enderecé mis pies y caminé con cuidado hasta la puerta. Al abrir, me encontré una vez más con Charlie, quien me miró de arriba abajo y sonrió.—Se puso un vestido para el señor, Tyron. Un hombre casado.—Soltó sin más.
Fue entonces cuando entendí lo que quería decir, no buscaba coquetear. Quería verme elegante y justa para cerrar un trato que para mí, era más que importante.
Negué y caminé junto a él.—El señor Tyron lo esperaba en la sala de reuniones. Le deseo más que suerte, y pido disculpas de una vez si el señor es algo... complicado.—Susurró sin cuidado.
Pasado los minutos y el camino, nos detuvimos ante el salón, Charlie me miró, abrió mi puerta y caminó tras de mi.
—Señor.—Avisó.—Llegó la señorita Candace.—Continuó.
Tyron se encontraba de espaldas, tomaba una copa de vino en sus manos mientras miraba por las ventanas.
—Es hermosa la gran ciudad, ¿no lo cree señorita, Candace?—Preguntó girando su cuerpo para enfocarme.
Mi primera impresión fue su mirada, ojos penetrantes que chocaron con los míos de manera inmediata. Él era grande, fuerte e iba de traje. Media sus palabras y miraba todo con atención. Era intimidante y seductivo de solo mirarle.
—Lo es, señor Tyron.—Respondí de manera amable. Él se acercó, tomó mi mano y besó mi mejilla con sutileza.
—Un placer, Candace.—Susurró alejándose una vez más.—Puedes tomar asiento. Charlie, puedes esperar fuera.—Ambos seguimos órdenes, tomé asiento y Charlie se marchó.
Él siguió de pie, me observaba en silencio mientras continuaba bebiendo de aquella copa.
—La esperaba un poco más alta, señorita Candance.—Continuó.—¿Alguna pregunta?—Insistió.
No hice más que jugar con mis manos y respirar hondo.—¿Y su esposa? ¿Dónde está?—Pregunté.
Él vació su copa y se sentó ante mi.—Aún no lo sabe, intento convencerla de la idea. Pero tú,—Preguntó señalandome.—¿Estás lista para llevar a mi pequeño en tu vientre?—Preguntó sin más.
Mis manos temblando y mis piernas bloqueadas, no hice más que respirar hondo y asentir.—Sí, señor. Lo ayudaré.—Solté.
Él entonces rió mientras le veía confundida.—No me está ayudando, señorita. Está aquí porque usted necesita de mi, tanto como yo necesito de ti.—Sugirió.—Dejemos de ser tan formales.—Soltó rápidamente.—Te haré un par de estudios para asegurarme que fisiológicamente estás lista para llevar a mi bebé, seguirás mis reglas y condiciones durante todo el tiempo del embarazo y jamás lo verás después de nacer. Firmaremos un contrato donde te desentiendes de él y pierdes cualquier tipo de derecho. Tú solo será un medio para un fin y yo sabré contribuirte muy bien por ello. ¿Estamos?—Preguntó demanera desafiante. No hice más que sonreír, estirar mi mano y ofrecerla, una mano que segundos más tarde él estrechó.—Me encanta como es, señorita. Es bastante decidida, eso me gusta mucho.—Acabó por decir.
No hice más que volver a tomar mi asiento y mirarle con cuidado.—Ambos necesitamos del otro, ¿no es cierto?—Pregunté.
Él sonrió de lado y sirvió ahora dos copas, dejando una ante mi y tomando la otra.—Brindemos.—Dijo levantando su copa. Me acerqué y tomé la mía.—Brindemos por mi futuro hijo.—Continuó.
—Salud.—Dije levantando mi copa.
—Salud.—Continuó él.
Bebiendo de aquella copa, no hice más que sonreír y ver cómo toda mi mirada se iba nublando, mi cuerpo se sentía débil y poco a poco dejaba de oír.
—Lo siento, Candace. Es por protección. Estarás bien.—Fue lo último que oí por parte de Tyron.