La pelirroja continuaba riendo mientras observaba a Mía y a su hijo, había sido tan fácil.
Mientras tanto Ahmed buscaba a Mía desesperado, colocó las manos sobre su cabeza intentando pensar racionalmente.
—Hijo, necesitas calmarte, estás demasiado nervioso.
—El brazalete.
—El brazalete que le regalé a Mía durante nuestra luna de miel, jamás...