Lo vi alejarse lentamente y no sabía qué pensar de todo eso. Él se sentía culpable, tal vez, pero no podía saber si también me apreciaba o solamente quería saldar cuentas conmigo… Sin embargo, mi corazón no me dejaba tranquila. Mi corazón me hacía reflexionar qué es lo que estaba pasando con él y conmigo, porque el simple hecho de haberlo visto por primera vez me hizo sentir una sensación inexplicable.
Sinceramente yo quería creer, que tal vez, algún día y por alguna razón, él podría descubrir algún tipo de amor o cariño hacia mí… Esa era mi máxima ilusión en esos momentos… Pero era demasiado pedir, para ser verdad… Además, era imposible que un hombre como él pudiera enamorarse alguna vez de una chica pobre y común como yo. Él era muy importante y estaba segura de que muchas mujeres estarían detrás de él… Sin embargo, mi corazón había decidido creer…
Mis esperanzas eran en vano. No había ninguna posibilidad para mí, estaba segura de que un doctor, hijo de grandes empresarios, jamás se fijaría en una chica que no tuviera ningún futuro, ningún porvenir y ningún atractivo. Pero, sin poderlo controlar, muy al fondo de mí misma escuchaba una voz que me decía que seguramente el destino me había traído al doctor más angelical que había visto en mi vida, por alguna buena razón.
No estaba de más tratar de conocer sus verdaderas intenciones, averiguar si él quería en realidad ayudarme o si estaba buscando simplemente salir de la situación. Fue así como observé atenta que el doctor misterioso y más angelical del mundo pasaba a menudo para asomarse por mi puerta… Creo que él quería saber si yo ya estaba dispuesta a hablarle o darle una segunda oportunidad.
Decidí en un buen momento de esos, que no estaría de más darle esa oportunidad que él tanto necesitaba. Así que, cuando él se asomó de nuevo, simplemente le llamé y le pedí un vaso de agua.
—Disculpe, doctor… Si no está ocupado… ¿Podría traerme un vaso de agua? Tengo demasiada sed… No sé si eso sea normal. ¿Cree usted que sea algún problema físico para preocuparse? ¿Algún síntoma? —pregunté de forma casual, pero llamando su atención.
—Con gusto señorita Rachel… Me alegra que esté hablando de nuevo conmigo. Ahora mismo voy a pedir su vaso de agua… Dígame si siente algún mareo, algo de vértigo o algo más, además de la sed… —preguntó para darme un mejor diagnóstico.
—No doctor, de hecho no siento nada de eso. Solamente tengo una sed tremenda. Le agradezco mucho sus atenciones, por cierto… Sé que hace un momento no pude decírselo, pero estoy segura de que no son malas intenciones las que usted tiene para ayudarme, y está por demás decir, que no he sido muy cortés con usted, a pesar de todo lo que ha hecho por mí. Lamento mucho haberme comportado así al saber que, bueno, que fue usted el que me arrojó por el camino… Que, para ser sincera, me habría hecho un gran favor… Sin embargo, el favor nunca se completó… —describí con sinceridad, a pesar de que el doctor podría pensar muy mal de mí.
—¡De ninguna manera, Rachel! Te agradezco mucho que me estés dando una oportunidad más para demostrarte que mis intenciones jamás han sido en el sentido de lastimarte o sacar algún provecho de ti... Lo único que deseo, y de todo corazón te lo digo, es que tú estés bien. Por eso quisiera poder hacer más por ti, pero sé que no tienes confianza en mí, y por lo tanto, quisiera ganármela de alguna forma… —confesó el doctor, regresando nuevamente a mi lado y tratando de tomarme la mano, lo que me hacía temblar de emoción.
—Doctor… Quisiera preguntarle algo y espero que no se ofenda. Podría decirme en realidad… ¿Por qué está haciendo todo esto por mí? Para ser sincera, jamás alguien había hecho algo por mí, y mucho menos algo tan importante… Y no sé cómo reaccionar a eso… Simplemente no entiendo por qué es que usted lo hace —pregunté desconfiada, pero con el corazón en la mano.
—Entiendo tu desconfianza, Rachel… Y no quiero que pienses mal de mí… Jamás haría algo para lastimarte, ni tampoco tengo intenciones torcidas. Quizás nadie te trató bien antes porque no conociste a las personas correctas debido a que estabas cuidando al señor Pedro, que, como bien te comenté, era un gran amigo mío. Pero, para ser sincero, no debe de haber una razón rara por la cual uno quiera ayudar a alguien más… En mi corazón existe un solo sentimiento y se trata de la bondad… Hacer el bien… ¡Cómo quisiera que entendieras que hago todo esto porque siento que debo ayudarte, ya que ayudar me satisface demasiado, en el sentido de que complace mi alma —confesó sinceramente, o al menos eso yo creía.
Para ser honesta, jamás había escuchado palabras tan lindas en alguna persona que no fuera mi padre. Me gustaría que todas las personas del mundo fueran como él, empezando por mí misma… Sé que no soy la mujer más valiosa del mundo, ni la más hermosa y mucho menos la más afortunada... Sé que no tengo prácticamente nada a favor… Pero debo presumir que en mi corazón también existen hermosos sentimientos, esa bondad que el doctor acababa de describir con tanta dulzura me hacía sentir identificada.
En cierta forma, creo que ayudar a mi padre también me llenaba el alma… Ahora debería saber si sus palabras eran sinceras o solo estaba fingiendo, pero en el fondo de mí, sentí que no había ninguna razón para desconfiar de él. Sin embargo, una clase de presentimiento acechaba mi conciencia y no sabía sobre qué era aquella advertencia de mi corazón…
—¡Wow, doctor! En verdad me sorprende cómo usted se ha expresado… Sus palabras me conmovieron… Me parece que usted es una persona sumamente valiosa en el mundo, y espero, con todo el corazón, no equivocarme… Escuche, he estado pensando en torno a la situación de la denuncia… Cómo le repito, quizás usted estaba haciéndome un favor sin que usted lo supiera, porque usted no sabe cómo deseaba yo que ese accidente ocurriera, y que me llevará, al fin, al lado de mi padre… Debo confesar qué sin él, prácticamente no soy nada, estoy sola en el mundo y el dolor que me espera será infinito… —confesé, creyendo seriamente en mi soledad.
Por un momento pausé mis palabras, porque tragué saliva y traté de detener las lágrimas que estaban a punto de brotar por mis ojos, otra vez… No quise continuar explicando el dolor que sentía y que oprimía mi pecho. No quise causarle lástima… Pero, sinceramente, no pude detenerme. El dolor fue tan, pero tan fuerte, que me causó un incontenible llanto.
En un principio, el angelical doctor no quiso decir nada y solo observaba... Puso su mano sobre mí, y simplemente, esperó en silencio a que yo dejara de llorar… Pasaron varios minutos y el único sonido en esa habitación era mi sollozo, mis lágrimas cayendo y mis pequeños gemidos de dolor que traté de controlar.
Después de algunos minutos, mi pecho vibraba en silencio y ya solamente se podía sentir que estaba esforzándome por calmarme por completo. Poco a poco mis lágrimas se fueron secando y él aún seguía a mi lado, sin decir nada, solamente aguardando, lo cuál agradezco de todo corazón.
Cuándo finalmente pude contenerme, empecé a hablar de nuevo y a contarle toda mi historia. No sé por qué me abrí con él, pero creo que de cierta manera, él había recuperado mi confianza…
—Discúlpeme doctor… La verdad es que algunos sentimientos todavía no los puedo controlar y no sé cómo reaccionar… Le agradezco muchísimo que se haya quedado a mi lado todo este tiempo y que no haya dicho nada… ¡Snif! Sé que usted tiene otras cosas más importantes que hacer… Pero, quizás puede comprender un poquito lo que estoy sintiendo, ya que también conoció a mi padre… ¡Snif! —dije, aún sollozando.
—Creo que por mí mismo, no podría entender lo que estás sintiendo… Sin embargo, mi mejor amigo también perdió a sus padres de una forma muy similar, y sé lo mucho que él sufrió por varios años… Pero, puedo decirte que no es tu culpa y que el dolor que te consume puede llegar a ser insoportable, pero debes seguir adelante… Además, te agradezco también tu confianza de que te estés abriendo conmigo… —confesó el doctor con una mirada entristecida.
—Los médicos no supieron exactamente qué fue esa rara enfermedad que atacó a mi padre sin una explicación y sin que encontrarán el tratamiento adecuado para salvarlo… Fue lo que más me angustió durante varios años… Al menos, pese a todas las predicciones médicas, mi papá estuvo a mi lado durante toda mi adolescencia, durante varios años, luchando con la enfermedad desconocida aún para la ciencia. Sin embargo, acepto que debido a eso, no tuve oportunidad de salir a conocer el mundo, de tener amigos, estudiar o de hacer algo de mi vida… —le expliqué al doctor, abriéndome con él.
—Sé que no es de mi incumbencia y de nuevo te agradezco tu confianza… Pero, dime, entonces no conoces a nadie más… ¿Es decir, no tienes novio, amigos, vecinos, conocidos, familia…? —indagó el doctor Christopher .
—No doctor, no tengo a nadie, absolutamente a nadie… Creo que a la única persona que conocí era a “Urge_Amor_50”, pero él dejó de escribirme hace varios meses, cuando al fin me conoció a través de una foto… Así que se podría decir que que no, no tengo a nadie… Y es lo que más me duele… No me duele saber que estoy completamente sola… Lo que me duele es saber que sí quisiera una palabra de aliento nadie pudiera dármela… Es muy triste reconocer que, como van las cosas, hoy en día, la mejor persona que me conoce es usted, la misma persona que me pudo haber llevado al más allá… ¿Qué patético, no? —confesé, sintiéndome nuevamente deprimida.
—Lamento escucharlo… Y te lo digo sinceramente… Debe ser muy triste pensar que estás sola, pero créeme que no lo estás… Al menos, ya nos estamos conociendo ¿no? Por favor ya no me digas doctor, me gustaría que confiemos el uno en el otro, conocernos y ser buenos amigos… ¿Por qué no solamente me dices Christopher ? Por cierto, mi nombre es Christopher King… —dijo el doctor Christopher con amabilidad.
—¡No doctor! ¡Yo no podría…! ¡Yo le debo mucho respeto y también creo que no hay razón por la que usted deba tratarme tan bien… —respondí nerviosa
—Finalmente, ya no somos unos desconocidos ¿no…? —comentó Christopher , haciéndome sentir intimidada, ya qué mi doctor Christopher , tenía mi mano en la suya y la apretaba cada que tenía algo que decir para darme ánimos…
—Por favor, Rachel… No me tengas miedo… El respeto, lo tenemos con todos ¿no crees…? No vamos a perdernos el respeto por solo tratarnos como amigos, porque yo ya me considero tu amigo y me gustaría que pudieras confiar más en mí, pero la verdad no sé cómo ganarme tu confianza quisiera demostrarte que no tuve la intención de hacerte daño en la carretera… Ni nunca… Y mucho menos ahora que te conozco en persona y veo que eres muy dulce… En verdad quisiera pagarte el daño que te hice sin querer… —aseguró Christopher .
—Está bien, lo intentaré… Entonces, Christopher , dígame… este… Dime, ¿en verdad quieres ayudarme porque te nace o por que quisieras evitar problemas con la justicia? Y te agradecería que fueras sincero conmigo, porque para mí un amigo significaría lo más importante en el mundo… Y no quiero ilusionarme en vano… Estoy dispuesta a afrontar la verdad por dura que sea, así que, si eres honesto, probablemente te doy lo que me pidas… —dije con certeza y con seguridad en mí misma, porque lo que más me dolería sería que mis ilusiones puestas en él se fueran a la basura rápidamente.
—¿Bromeas? ¿En verdad piensas eso de mí? ¡Uff! Creí que ya te había demostrado que solo quiero ayudarte… Escucha, ya sabes que yo estoy dispuesto a enfrentarme a los cargos, ¡es mi responsabilidad! ¡No tengo nada qué temer! ¡No soy un cobarde! Y aunque no lo creas, me duele que no confíes en mí, ni un poco… ¡Claro que no Rachel! Tienes razón en dudar de mí, porque para empezar fui yo quien te provocó todo esto y sí me siento culpable, culpable como no tienes idea… Porque lo que menos quiero en el mundo es dañar a alguien tan inocente como tú. No te lo mereces, ni de mí ni de nadie… Me gustaría asegurarme de que siempre estés bien, aunque yo tenga que ir a la cárcel… No quiero que nadie te pueda hacer más daño del que ya has sufrido… Quisiera que tuvieras la oportunidad de comenzar una nueva vida, sin temor, sin tristeza y sin que alguien te lastime… —expresó Christopher , suspirando.
Christopher me hizo estremecer en ese momento con sus palabras. Mi alma y mi corazón vibraban al mismo tiempo. Quizás Christopher había llegado a mi vida para ayudarme a comenzar esa nueva etapa, pero todavía no lo sabía. Sin embargo, mi corazón sentía que entre él y yo había una conexión extranormal… Algo más allá, que nos unía… Pero que era difícil de explicar en ese momento.
Christopher y yo nos mirábamos el uno al otro y no decíamos nada. Ni siquiera parpadeábamos. Solamente sentíamos nuestra presencia, pero su amigo Ricardo interrumpió nuestro mágico momento.
—Ejem… Parece que interrumpo, ¿no es así? Si escuché bien, Christopher , estás insinuando que quieres ayudar a esta chica a comenzar una nueva vida… ¿No? Pero… ¿Exactamente cómo planeas hacer el milagrito? ¿No crees que debas preguntarle primero a “ciertas personas”, antes de aventurarte de misionero? —aseveró Ricardo, lanzándole una mirada amenazante a Christopher .
—¡Oh! ¡Ricardo! ¿Pero, estabas escuchando? ¿Desde cuándo? Ni siquiera te escuche entrar… A veces eres demasiado silencioso, que pareces una fiera al acecho… Está bien… Te explicaré todo, saldré contigo a hablar. Espera un segundo, por favor Rachel, ya después conocerás a este chico gruñón… Me disculpo por él, no lo tomes personal… —señaló Christopher a su amigo y luego fue con él afuera de la habitación.
—¿Qué te sucede Christopher ? ¿Has perdido la cabeza? ¿Por qué estabas dándole falsas esperanzas a esa chica? ¡Tan solo es una paciente más! No le hagas creer que estarás con ella para siempre… ¿No te diste cuenta de cómo te miraba? ¿Qué es eso de ver que ella esté bien, que nadie le haga daño…? ¡Eso no te corresponde a ti…! ¡Tú no puedes controlar esas cosas! —regañó Ricardo a Christopher .
—¡Por favor amigo, no pienses mal de mí o de ella! Yo solamente quiero ser amable con ella y ofrecerle mi amistad, porque me parece que ha sufrido mucho y no se merece la vida que está teniendo… Me gustaría ayudarla a comenzar una nueva vida porque creo que merece una nueva oportunidad. Eso es todo…
—Lo creo de ti, porque te conozco y sé que te la pasas ayudando a todo el mundo: mientras más ayudas, más feliz eres… Pero, esta situación se podría malinterpretar y salir de control, sobre todo porque ella es una mujer muy inestable… Tú eres un hombre y ella es una chica vulnerable… ¿Entiendes…? —reflexionó Ricardo.
—No te preocupes por favor… No hay nada raro entre nosotros ni nada que temer… Aunque ella sea una chica, mi intención con ella es la más pura e inocente… No veo que haya nada de malo por cuidarla como su amigo… Además, yo jamás trataría de sacar provecho de esto y me conoces bien… Me ofende que dudes de mis principios… —reconoció Christopher .
—¡Ok! ¡Ya había olvidado que eres el intachable doctor Christopher King, estrella dorada del hospital y de los jefes! —dijo Ricardo con sarcasmo… —¡Sí, sí! Pero no lo digo por eso, ni dudo de tu integridad… ¡Sino por la chica! ¡Tú no la conoces, ni sabes sobre sus sentimientos! ¡Ni tampoco sabes cómo va a reaccionar al tenerte cerca de ella protegiéndola y cuidándola! ¡No podemos imaginar lo que es capaz de hacer si llega a ilusionarse contigo…! ¡Sabes cómo son las mujeres cuando se encaprichan con uno! —advirtió Ricardo Jaime.
Christopher King reflexionó al respecto, tomando en cuenta las palabras de su amigo. Christopher pensaba que quizás en cierta forma él tenía razón, ya que en sí, él mismo se sentía vulnerable ante mi presencia y había surgido en él una rara necesidad de permanecer a mi lado… Pero Christopher creyó que podría manejarlo.
—Te prometo que tendré cuidado y que trataré de que nada de eso suceda, porque lo menos que quiero es herirla aún más… Pero, en el caso de que sucediera, sé qué haría lo posible para no dañarla… Protegeré sus sentimientos de mí o de cualquiera, porque después de lo que le he hecho, lo menos que puedo hacer es asegurarme de que sea feliz —respondió Christopher , confiando en que el destino lograría ponerlo en el camino correcto.
—Ten mucho cuidado amigo… ¡Allá tú! Yo cumplí con advertirte… Si quieres ayudarla, házlo… Pero, por favor, no te involucres con ella… Sobre todo por Rosa… ¡Ya sabes cómo es ella! Es tan celosa y posesiva que te mataría si tu amistad con esta chica se malinterpreta… Y mi padrino no estaría tan feliz de tener que lidiar con una hija desquiciada en su vida, ¿entiendes…? —comentó Ricardo, finalmente, teniendo en cuenta que Rosa Goldsmith estaba muy encaprichada con Christopher King, y que su padre ya había dado la autorización para su relación.
—Sí amigo, lo entiendo. Estoy consciente de todo eso y créeme que no voy a causarle ninguna decepción al director… Además, por el momento ellos no tienen que saber nada de lo que voy a estar haciendo para ayudar a la pobre Rachel… En el futuro no creo que ellos vean que ayudar a alguien sea algo malo, al demostrarles que pueden confiar en mí y que no se trata de una conquista… Te prometo que tendré cuidado sobre todo con las cosas que se pueden malinterpretar… La chica me da una sensación muy agradable, ¿sabes?... Sé que ella no es de las que se prestan para causar problemas y también sé que va a entender que yo tengo un compromiso con tu Rosa. Así que ambos tendremos mucho cuidado en mantener nuestra relación solamente de amistad, no te preocupes…—concluyó Christopher King y ambos regresaron como buenos amigos a mi habitación.
A pesar de las buenas intenciones de Christopher King por ser mi amigo y ayudarme a tener una segunda oportunidad en la vida, él no sé imaginaba que ya se había grabado en mi corazón y que no sería tan fácil para mí sacármelo de ahí.