Mientras Rachel lloraba y se resignaba en aquél memorable sofá, Christopher y su hermanita volvían a casa. Rachel tuvo que limpiarse las lágrimas deprisa y fingir una sonrisa de bienvenida.
—Volvieron muy rápido... Sniff... ¡Me alegro! —comentó Rachel, cubriéndose las manos con las mantas.
—¡Achú! —Estornudó Christopher . —Sí... te dije que...