Ambas mujeres giraron la vista solo para encontrarse con Pablo cargando a la bebé en brazos.
—Es hora de irnos —dice él con voz fuerte.
—¿Y Emma?
—Ya está bien, no ha sido nada, vamos.
—No —le suplica ella mirándolo fijamente
—Amanda, acordamos algo, es hora de irnos, el jefe está ansioso ya, no podemos...