Chapter 4 primer encuentro

Carolina chibiusa 2.0k words

Estaba algo nerviosa, pero ahora no tenía tiempo, para pensar en eso, me puse un jeans negro con una polera roja, la única ropa que tenía algo de escote, un colgante de trisquel y zapatillas.

Me peiné, hice un rollo con mi cabello, me puse la peluca, seguí con el maquillaje. Me mire en el espejo de cuerpo entero que tenía en mi pieza… “podría estar peor” pensé, miré la hora 5:30. Manejé hasta el café, llegué 15 minutos antes así que me fumé un cigarro antes de entrar, la calle estaba muy concurrida, no podía distinguir bien a la gente que pasaba, por si lo veía llegar.

Bajé del auto y me pare en el umbral de la puerta buscando a un hombre con la descripción que Marcelo me había entregado traje negro, corbata gris. Entonces lo vi, en la mesa del chico que siempre me miraba, pelo negro, ojos miel, traje negro, camisa blanca y corbata gris, me saludó amistosamente con la mano. Me quedé helada, era él, el chico que había rechazado unos días antes, ¿Cómo podría mirarlo a la cara ahora?.

Me quedé pensando si sería mejor salir corriendo o enfrentarlo… ya me había visto, no podía dejarlo ahí. Decidí fingir que era la primera vez que lo veía, con un poco de suerte no me reconocería. Entré y lo saludé.

-¿Marcelo?

-si, es un placer conocerte en persona al fin, Tamara – dijo, besó mi mano y me invitó a sentarme frente a él. ¿Beso mi mano? ¿Quién hacía eso?, aún así me ruborice. Me quedé mirando la mesa, no sabía que decir ¿por qué hablar con la gente tenía que ser tan difícil?, era ridículo, daba entrevistas para prensa escrita y televisión, discursos frente a miles de personas y nunca sentía pánico escénico, eso porque preparaba muy bien mis discursos, pero eso era distinto, no había guión alguno que seguir, era de esas cosas que debían ser espontáneas, ni siquiera recordaba la última vez que lo había sido.

– veo que estás un poco nerviosa – dijo tras unos minutos de silencio.

-eee… si, disculpe, es que realmente no sé como hacer esto… - confesé.

-¿hacer que? – pregunto confundido.

-ya sabe… estar así con alguien, hablar, como si fuera una… cita – sentí que me ponía cada vez más roja.

-tranquila, actúa como si fuera cualquier otra cita con cualquier otra persona – dijo con tranquilidad, sonriéndome. Guardé silencio, era demasiado vergonzoso admitir que a mis 27 años jamás había tenido una cita, como si pudiera leer mi mente agregó – no me digas que nunca habías hecho esto antes, ¿nunca habías tenido una cita?.

-no, señor… yo nunca…

-pero, no entiendo… con lo bella y adorable que eres ¿nunca tuviste un pretendiente?.

-quizás si, pero ninguno que se acercara a mi y yo no me acerco mucho a la gente – confesé.

-vaya, eso sí que es poco usual.

Sentí que me lloraban los ojos de puro nervio.

-creo que esto no fue buena idea – dije y puse mis manos sobre la mesa para levantarme, él puso una de sus manos sobre las mías para detenerme.

-por favor quédate – dijo.

Me senté como si sus palabras tiraran mi cuerpo de vuelta a la silla.

-gracias – volvió a decir – no era mi intención ponerte nerviosa.

-Es mi culpa, soy muy torpe en este tipo de cosas – respondí.

-está bien, nadie nace sabiendo. ¿Quieres hablar sobre nuestro acuerdo o prefieres hablar de otra cosa?

-emm… Hablemos del acuerdo – respondí tragando saliva. Algún día tendría que sacar personalidad.

-bueno empecemos por los límites – dijo - ¿tienes claro cuales son los tuyos?

-emm… no mucho – confesé – como no tengo mucha experiencia no he definido mucho mis límites, solo sé que no me va la dominación financiera y no quiero perder mi virginidad todavía – él se atoró.

-bueno lo nuestro solo será S/m por ahora así que no tienes que preocuparte por eso – dijo, yo sonreí, me miró fijamente, de pronto su expresión cambió, como si acabara de recordar algo – espera… yo te conozco – dijo, ok eso era todo, hasta ahí había llegado – eres la chica rubia que siempre viene con su computador, la que no aceptó mi invitación el otro día. Pensé si debía mentirle o decirle la verdad, no sacaba nada con negarlo, ya me había reconocido, me saqué la peluca y solté mi pelo.

-si… lo siento… si hubiera sabido que era Ud, no lo hubiera ignorado – dije con nerviosismo, el rio con ganas.

-no te preocupes, a parte de darle una lección a mi ego no pasa nada. Me alegra tener esta segunda oportunidad contigo… ya que estas sincerandote ¿por qué no me dices en qué trabajas realmente?.

-soy dueña de cosméticos “pretty lady” – dije aclarándome la garganta.

-entiendo por qué no lo quisiste decir en un principio, seguro muchos se han acercado a ti por interés – dijo comprensivamente.

-Así es… Incluso unos cuantos han intentado chantajearme, uno lo logró, me pidió un par de millones a cambio de no difundir un video donde me masturbaba para él, ni siquiera era mi Amo, era como un playparter, por eso ahora no envío fotos ni nada similar - respondí. -me imagino lo difícil que debe haber sido para ti… bueno, yo también soy empresario – dijo – mi empresa no es tan grande como la tuya pero no puedo quejarme.

Sonreí, se sentía bien poder ser yo misma, de alguna forma logró romper mi armadura, me sentía expuesta ante él pero al mismo tiempo, me daba seguridad.

-bueno sigamos con los límites, spank, bondage, waxplay, control orgásmico, pinzas, ¿te sientes cómoda con eso? – dijo.

-si señor.

-perfecto ¿Qué tal la humillación y lenguaje sucio?

-lenguaje sucio si, humillación no sabría decirle pero estoy abierta a probar – contesté.

-perfecto, ¿Qué hay de lluvia dorada, plateada, blanca y scat?

-Solo lluvia plateada y blanca, las demás serían límites.

-Muy bien, ¿cutting, agujas o knife play? – siguió preguntando.

-eemm… no, no creo que esté lista para eso – contesté no podía imaginarme como algo de eso podría ser placentero.

-¿te va la cosificación? – volvió a preguntar.

-Me atrae la idea, señor – dije con una sonrisa pícara, todo lo que hablamos parecía muy excitante.

-muy bien, ahora hay que dejar claro los términos del acuerdo, seré para ti una mezcla entre tutor y playparter, si tienes dudas con algo puedes decirme, de igual manera si quieres experimentar algo. Si en algún momento quieres buscar Amo siéntete libre de hacerlo. – dijo con seriedad.

-no necesito buscar otro Amo, el único Amo que quiero es Ud – pensé… espera… ¿lo pensé o lo dije? Empecé a entrar, un poco, en pánico.

-¿me estás pidiendo que te tome como sumisa? – dijo, no parecía muy asombrado.

-¿Lo dije en voz alta? – pregunté avergonzada.

-Así es, Tamara, lo dijiste en voz alta – respondió él con una sonrisa. Pegué la cabeza a la mesa, no era capaz de mirarlo a la cara, seguro creía que era una ridícula, tomó mi mano con dulzura – para mi sería un placer tomarte como mi sumisa.

-¿en serio? – dije mirándolo a los ojos, me sentía como una niña pequeña cuyo padre iba a rescatar del monstruo que había creado su mente.

-en serio – dijo, tomó mi rostro entre sus manos y me besó, un primer beso lleno de posesión, deseo y pasión.

-como mi sumisa hay 3 reglas básicas que debes seguir 1, me dirás siempre la verdad, no más secretos… 2, me informaras todo lo que hagas, reportándote al menos 3 veces al día, excepto cuando esté contigo, claro está, me gusta tener a mi sumisa controlada, poco a poco aumentará la intensidad de ese control, obviamente previamente lo hablaremos, 3 me obedecerás en todo, si no quieres o no puedes hacer algo me dices el porqué y vemos si te doy una alternativa o no. ¿Estás de acuerdo Tamara?.

-sí Señor, haré todo lo que me pida – dije mirándolo con adoración, no podía creer que al fin lo había encontrado, al fin había encontrado a la persona capaz de dominarme, a mi Amo. -excelente, entonces desde ahora eres mía, solo mía – dijo con una sonrisa maliciosa, me tomó del pelo y me besó, como si con ello sellara un compromiso que solo nosotros entendíamos.

Luego pedimos algo de tomar, con lo entusiasmados que estábamos en la conversación nos habíamos olvidado de comer, aunque en realidad yo seguía sin hambre. Me pedí un té verde, el un cortado, los tomamos mientras seguíamos conversando, le conté cómo había iniciado mi empresa, él me contó que había empezado la suya hace 5 años mientras trabajaba como jefe de operaciones en otra empresa, un año después renunció para dedicarse tiempo completo a lo suyo, luego pasamos a temas más personales, el me contó que tenía una hermana menor, a la que prácticamente crió, después de la muerte de sus padres, eso lo hizo convertirse en alguien muy protector con la gente que quería, ya que no le deseaba a nadie la incertidumbre que él había sentido. Por mi parte le conté que salí del colegio antes, en este no había hecho ningún amigo, ser una cerebrito no ayudaba a subir en la escala de la popularidad, luego me dediqué a la empresa por lo que no salía mucho, me esforcé por crear la imagen de una persona madura, controlada y capaz de lidiar con cualquier cosa, lo que se tradujo en que todos me evitaran lo más que podían creyendo que era fría y mal genio.

-vaya, que imagen más equivocada tienen de ti… te debes haber sentido muy sola – dijo tras tomar un sorbo de su café, yo hice lo mismo con mi té.

-La verdad si, pero con el tiempo uno se acostumbra… - dije con melancolía, luego lo miré con una sonrisa – bueno… ahora que lo tengo a Ud ya no me sentiré sola.

-no estarás sola nunca más mi perrita… - dijo poniendo una mano en mi mejilla, me pareció muy dulce la forma en que me llamó perrita – estarás para mi 24/7 y yo estaré sobre ti, cuidándote, observándote, siguiendo tus pasos para ver que cumplas tus tareas, no te podrás alejar de mi tan fácilmente.

Yo sonreí, él siempre sabía que decir para hacerme sentir bien, por eso y varios motivos más, deseaba ser suya. Cuando pedimos la cuenta saque la billetera para pagar, él me hizo un gesto para que la guarde.

-yo invito – dijo con una sonrisa.

-señor, yo puedo…

-no, no puedes, no discutas conmigo Tamara – dijo con voz seria e intimidante.

-si señor, si Amo – respondí, él sonrió satisfecho. Ya casi nos íbamos cuando dijo. -mañana te quiero en mi casa a las 3 para nuestra primera sesión – dijo – te enviaré los detalles por WhatsApp.

-sí Amo – respondí emocionada.

Luego nos despedimos con un beso, manejé de vuelta a mi casa y me tiré en la cama, me quedé mirando el techo pensando en lo que me esperaba mañana, habían muchas posibilidades.

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