Chapter 2 Mascarada

Tamy Machado 1.5k words

Después de deleitarme y saciar mi curiosidad con sus curvas dirijo mi atención hacia la esquina opuesta donde una mujer ataviada con los clásicos ropajes de la antigua roma, sostiene una cadena en una de sus manos, el otro extremo está atada al cuello de un hombre que anda a cuatro patas y tiene una máscara de un cerdo, sonrió levemente con ese grotesco fetiche, pues cada quien tiene sus gustos y sus costumbres.

Los míos en particular son más refinados, mas íntimos y especiales, aunque seguramente para el resto del mundo estoy seguro que pensarían lo mismo que pienso del sujeto con cabeza de cerdo, continuo paseando por la sala, buscando alguna cosa que pille mi interés hasta que me topo con una mujer que se deja caer de unas telas que penden del techo, obligando a detenerme frente a ella, su cuerpo pende contorsionado justo frente a mí, se impulsa hacia mi cuerpo y desliza el suyo contra el mío, acariciándolo, rosando con extrema sensualidad.

Es una mujer hermosa, puede verse sobre todo el montón de maquillaje que lleva en el rostro, rio suavemente porque no hay nada más sexy que una mujer sencilla y natural. La sexy gimnasta recorre mis brazos con sus manos y acerca su rostro al mío dejando un beso sobre los labios de mi mascara y vuelve a trepar hacia arriba con gran agilidad. Sus caricias aunque muy sugerentes no han servido de mucho, me giro para continuar el recorrido, solo paseo por el área, no hay mucho que hacer aquí, al menos no por ahora.

Hasta que mis ojos se posan sobre una mujer de piel morena, con caderas prominentes, enormes pechos descubiertos por completo y una cintura estrecha, en su cuello un collar de cuero me deja saber su condición de esclava, mi sonrisa se ensancha debajo de la máscara, quizás encontré lo que buscaba, camino hacia ella sin apartar los ojos de su estupendo y exótico cuerpo, el color de su piel en serio es increíble, la rodeo estudiando su silueta, ella desvía sus ojos y mira al suelo, como toda buena sumisa, al colocarme frente a ella, su cabello rizado esta alborotado alrededor de su rostro, le cae hasta las hombros decorando su lindo rostro y haciéndola aún más exótica, sus labios son carnosos y gruesos, sus nariz es fina y sus ojos son grandes y de un negro tan oscuro como la noche.

Roso mis dedos sobre su piel para confirmar si es tan suave como se ve y al tacto es aún mejor de lo que imagine, me acerco a ella e inhalo su perfume, huele a coco, a selva a placeres salvajes que solo alguien con sus características físicas puede evocar, sin poder evitarlo sonrió, a su lado otra mujer con muy poca ropa mira al frente, de pie, firme como si se tratara de alguna especie de militar, esperando para hacer algún negocio.

– ¿Cuánto por ella? – pregunto, acercándome a la mujer que resulta ser igual de hermosa que la morena, ella me estudia de pies a cabeza y vuelve a mirar al frente.

– ¿Cuánto estas dispuesto a invertir? – su voz seductora me hace reír suavemente y observo una vez más a la morena.

Ser quien soy me hace muy bueno en esto de negociar, además tengo buen ojo para las cosas de calidad y que me traerán el suficiente placer, dinero o éxito, dependiendo de lo que busque en el momento y justo ahora estoy bastante necesitado de placer y estoy muy segura que esta hermosa chica cumplirá con todas y cada una de mis expectativas.

– tres mil – la mujer se gira para verme sorprendida por la suma tan elevada que dejo salir sin pensarlo mucho, sus labios dibujan una enorme sonrisa y asiente volviendo a fijar su mirada al frente

– haces una apuesta elevada

– Creo que lo vale – respondo con suficiencia observando ala morena, que en ningún momento ha hecho contacto visual o ha abierto su boca para decir algo – se diferenciar cuando algo o alguien es de calidad – la mujer sonríe aún más y repite el gesto de asentir

– ¿disfrutaras de ella aquí? – pregunta mirándome esta vez seria, niego con la cabeza y señaló el final de la estancia donde unas rejas dividen el ambiente, su sonrisa se ensancha y observa a la morena – oh Atalaya le encanta jugar duro – asegura acercándose a ella, dejando una sonora y fuerte palmada en una de sus nalgas desnudas, sonrió al ver la expresión de placer en ambos rostros, en definitiva esta noche promete.

La mujer encargada del negocio quita la cadena del cuello de la more y se aparta un poco de su cuerpo coloca una de sus manos en su espalda baja y le da un ligero empujón en mi dirección, la chica camina hacia mí con sus ojos mirando siempre hacia el suelo

– saluda a tu nuevo amo – le ordena con severidad y obedientemente la chica se inclina ligeramente, extiende sus manos y sostiene una de las mías, la acaricia con cuidado y luego las lleva a sus carnosos y gruesos labios.

– Úseme bien mí señor – murmura pegada a mi piel y un escalofrió de pura excitación recorre mi columna, cuando escucho su tono de voz ronco, seductor, tentando mi necesidad.

Coloco una de mis manos sobre su pequeña cintura, atrayéndola hacia mí, su cuerpo choca con suavidad con el mío, siento como sus grandes pechos se apoyan sobre mi pecho y sonrió, siempre me ha fascinado la forma en que los pechos de las mujeres se aprietan contra mi pecho. Respiro profundo mientras deslizo mis manos hasta sus glúteos y los aprieto ligeramente, son firmes y maleables, me separo de ella y la guio hacia las rejas, una vez allí, un hombre con una capucha de verdugo se interpone entre yo y la próxima sala.

– ¿Cuánto? – pregunta con rudeza sin siquiera mirarme

– tres mil – le extiendo mi tarjeta de membrecía dorada y la pasa por un lector de código de barras, teclea algo sobre una pantalla en la pared y después de un ligero pitido la pantalla se pone en verde, me la devuelve y se hace a un lado.

– Que disfrute – agrega en un susurro.

Conduzco a mi nueva esclava por un largo pasillo a medio iluminar, camina al mismo ritmo que yo, observando siempre el suelo, su pies no hacen ningún ruido al tocar el suelo, en cambio los míos hacen un pequeño eco en el espacio, al final del pasillo nos recibe una enorme estancia, con sofás, camas, puff, y un área con columpios y otros implementos para jugar, el lugar está prácticamente desierto, aún es muy temprano, pero me gusta hacer esto en la intimidad de una sala poco concurrida o vacía, justo como esta.

La dirijo hacia el área que deseo y una vez selecciono el lugar la coloco en medio de dos postes altos de metal, ato sus muñecas con unas agarraderas de cuero que tienen una hebilla para nivelar la presión, para luego engancharlas a las argollas que penden en el extremo superior de los postes, luego me agacho frente a ella mientras deslizo mis manos por los costados de su hermoso y exótico cuerpo, por sus piernas hasta alcanzar sus tobillos los cuales rodeo con las mismas agarradera que use en sus muñecas y los separo, para atar cada uno a un poste. Cuando me pongo en pie y me hecho atrás para contemplar como luce, la chica tiene sus brazos y piernas estirados hacia los costados, parece una hermosa y sexy X, rodeo su cuerpo admirándolo, es una mujer hermosa y será mía por un buen rato.

Me acerco a ella desde su espalda y murmuro en su oído

– ¿qué tan fuerte te gusta? – su cuerpo se estremece pero sin dudarlo responde

– bastante

– del 1 al 5

– cuatro – responde con voz ronca sin darme chance de terminar de preguntar y sonrió, la ansiedad la está matando, pero me gusta jugar, irme con calma.

– De acuerdo – me giro y quito mi saco, lo dejo en uno de los percheros que están en la pared, mientras desabrocho los botones de los puños de mi camisa, para arremangarlas, reviso los diferentes tipos de objetos que están exhibidos en un mostrador de vidrio.

Tomo un latido de varias cuerdas de cuero suave y lo acaricio con mis dedos, no es muy fuerte, pero para comenzar esta más que bien. Me acerco una vez más a la morena y me coloco frente a ella

– Mírame – sus profundos ojos negros se clavan en los míos, mirándome con intensidad – si algo te incomoda o te duele házmelo saber – ella simplemente asiente y me acerco más a ella, mientras comienzo a rosar su piel con el mango del látigo.

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