No sé cuándo se fue ese día. El barro en el suelo casi parecía fusionarse conmigo. Desnuda, solo veía oscuridad. Ojalá Dolores nunca hubiera nacido. Ojalá yo nunca hubiera venido a este mundo.
Fue entonces cuando Sebastián apareció. No lo conocía. Pero llamó mi nombre con certeza.
Se quitó la ropa...