Él no parece escucharme, sus ojos, encapuchados y acalorados, están fijos en ellos, patinando sobre la carne desnuda de Margo, su mano apretando mi cadera.
Puede que haya dicho que no la quiere, pero puedo sentir el bulto creciendo en sus pantalones, tensándose contra la tela.
Margo murmura algo en...