Por Florencia
Terminé de cenar y me encerré en mi habitación, entonces sí, llamé a mi amiga.
Lloró conmigo a través de la línea telefónica.
-No quiero vivir más.
Le confesé.
Era lo qué estaba pensando desde que me bajé de la camioneta de Alejo.
-¡No pienses eso! ¡Te lo prohibo!
Mi llanto vuelve a surgir.
-No puedo...