Por Florencia.
-¡Tía!
Exclamé llorando.
-Cielo, tranquila ya estás a salvo.
Luego de unos minutos entramos a la casa de mi tía.
Diana le sirvió un café a su amiga y a mí me preparó un té de manzanilla.
Charlamos durante unas horas, luego me mostró su casa, era bonita, pero sobre todo se veía como...