Por Florencia
-¿Pensás comer parada?
Me preguntó mi papá y juro que mis manos transpiraban.
-Tengo algo que decirles.
Sentí su mirada seria en mi cara, e inmediatamente miró mi estómago.
-¡Hablá!
Gritó de repente.
A mi hermano menor se le cayó el cubierto, porque se sobresaltó del rugido, porque más que un grito, fue un rugido.
Ya...