Hogar
—No. Hay cosas que no puedo perdonar. Solo estás haciendo esto más confuso. —Lo empujo con fuerza, mi voz temblando, sin poder respirar correctamente, susurrando mientras me deslizo de su regazo, poniendo mis propios pies sobre piernas de gelatina y sintiéndome mareada. Evito sus ojos, pero Mateo no está dispuesto...