—¿Avisaron a la policía? —De inmediato, Gabriel preguntó con deseos de someterlo por atreverse a tocar a una mujer.
—Sí. La policía, unas cuadras más adelante, espera por él.
—Bien. Ese hombre no me inspira confianza.
—Hace unos días lo observó y en su rostro solo encuentro maldad, señor. Qué bueno que llegamos...