—Kiara…— La menciona su madre, mirándola con rareza.
—Sí… soy tu hija, madre—. Quería acercarse más, pero el temor no la dejaba.
—Pero estás grande, hija, y hermosa—. Sonríe ampliamente.
—¿Crees, madre? Si hubiera sabido antes que estabas aquí, hubiera venido por ti—.
—Mi lucero, Kiara, mi chica valiente—. Así le decía cuando estaba...