—Entonces, ya sabes que no soy tu madre.
—¡Habla de una buena vez, Samantha! —ordena—. Porque ahora puedo comprender tu desprecio, puedo entender muchas cosas.
—Ay, no empieces, Kiara, y vamos al grano. Dame dinero para irme y te lo diré todo. Ya que la última vez me jugaste sucio, así que...