— ¡Eres un desgraciado! —
Cedric había golpeado a su hermano en el rostro. Caleb, incorporándose rápidamente, se acomodo el elegante saco y notó aquella botella de licor en las manos de su hermano.
— Veo que igual que siempre, no eres más que un niño mimado e idiota — dijo Caleb...