— Bolita...no se mueve —
Elianna sintió que su mundo comenzaba a derrumbarse. Gruesas y calientes lágrimas se derramaron como cascadas desde sus ojos verdes que miraban con desesperación a Caleb.
Tomándolo entre sus brazos, Caleb vio que el pobre animal estaba muy malherido; había golpeado brutalmente.
— Por favor, Caleb, ¡Sálvalo! El...intento...