En la capital de Columbia
El Narrador:
—¡Disculpe, señor mi atrevimiento! Pero tengo dos nietos, ¡bueno, son los hijos de mi ahijada, en Venezia! Y son idénticos a usted, ellos son gemelos —confesó ella, aún impresionada y más ahora, que lo tiene tan cerca— ¡Dios, hasta en la sonrisa!
—Eso, quiere decir que...