El núcleo de Amelia se apretó dos veces, desarrollando un latido propio.
—No sabía que estabas teniendo una videoconferencia. No te habría molestado.
—Mmmmm bueno, puedes ser imprudente, lo sé. Pero ya es hora de que empieces a asumir la responsabilidad. ¿Qué tal si me tomas en tu cálida boca? —los ojos...