—¡Eso es ridículo! ¡Ni siquiera conozco a la mujer! —Amelia chilló.
—Amy... estabas escuchando, Julián, no me dijiste que el teléfono estaba en el altavoz —Natalia se rió con torpeza.
—Te dije que estoy conduciendo, pensé que era obvio. No puedes contestar tu teléfono mientras conduces —dijo Julián.
—De todos modos, el tema...